viernes, 4 de febrero de 2011

Calle 13 y sus Rimas Facilonas

En medio de la sorpresa y la admiración, reconozco haber sentido un filoncito de sana envidia cuando escuché por primera vez, en noviembre del año pasado, la más reciente placa de Calle 13: Entren los que quieran.
Ni siquiera me gusta el reguetón, tal vez de ahí el asombro al toparme con algo tan distanciado ya del machacante estercolero, rebosante de divismo y testosterona, que emparenta los orígenes del dúo boricua con las sandeces trogloditas de Pitbull y Daddy Yankee.
Lejos, lejísimos quedaron aquellas coplas chingonas pero desentendidas preguntando qué pensarán de nosotros en Japón-pon. Lo interesante, mientras tanto, ha sido constatar la exorbitante marea de seguidores que su música cosechó alrededor del mundo (no sólo el hispanohablante), pero sobre todo el giro paulatino que su acometida lírica ha venido ensayando en pro de asuntos menos banales, ahora que saben que los ojos de media humanidad les sigue la corriente: “me infiltro en el sistema y exploto desde adentro”.

Jonrón con bases llenas. Un Eduardo Cabra (alias Visitante) consagrado, cada vez más audaz, que evade fórmulas y le entra a todo: cumbia, merengue, funk, reggae, rock, hip-hop, son andino y hasta Bollywood dance. Y un logorreico René Pérez Folgar (alias Residente) desmarcado de las chiches y los culos para trasladarse a las arenas movedizas del discurso político, expresándose a través de rimas efectivas –aunque no exentas de cierto halo mesiánico.
Claro que hace falta mucho más que un disco (o una película, eso lo sé porque lo aprendí) para cambiar el absurdo orden actual de las cosas, pero aún así da gusto encontrar gestos como este, en los que el talento y la posición privilegiada que brinda el estrellato se combinan con un sentido del compromiso más allá de Manu Chao y sus rimas facilonas.